lunes, 6 de febrero de 2017
- 14:51
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La iglesia, como
columna y base de la verdad (1 Ti. 3:15), se reúne para expresar al Señor
corporativamente en la localidad. Las reuniones de la iglesia llevan a cabo una
función especial que ninguna otra reunión de los creyentes puede. La reunión
más importante de la iglesia es la reunión donde celebramos la mesa del Señor,
o la reunión del partimiento del pan (1 Co. 10:14-22; 11:17-34). En esta reunión
nosotros los creyentes nos congregamos para participar de la comunión de la
sangre y del cuerpo de nuestro Señor con miras a nuestro disfrute (1 Co.
10:16-17) y para recordar al Señor con miras a que El disfrute (1Co. 11:24-25).
El pan del cual participamos simboliza no solamente el cuerpo físico de nuestro
Señor, el cual fue quebrantado por nosotros en la cruz, sino también Su Cuerpo
místico, del cual nosotros somos los muchos miembros. Al participar de la mesa
del Señor, “discernimos el cuerpo” como nos exhorta el apóstol Pablo (1 Co.
11:29); es decir, nos examinamos con respecto al Cuerpo del Señor,
preguntándonos si somos divisivos de manera individualista o si nuestra reunión
es una reunión de división. Aquí nuestra posición como iglesia, en la cual se
expresa la unidad del Cuerpo de Cristo, se hace manifiesta. Abiertamente
nosotros, al congregarnos en la mesa del Señor, tomamos parte en esta unidad,
participamos de esta unidad, y la exhibimos.
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