lunes, 6 de febrero de 2017
- 14:47
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Nuestras reuniones
son vivientes, es decir, están llenas del disfrute y de la expresión de la vida
divina, la cual nosotros los hijos de Dios poseemos. Nuestras reuniones se
centran en la verdad, es decir, tomamos como contenido la Biblia y su
revelación con respecto al Dios Triuno y Su economía, a la Persona y la obra de
Cristo y a la obra del Espíritu. Nuestras reuniones se conducen en mutualidad,
es decir, animamos a todos los creyentes a que hablen y rechazamos el sistema
de clérigos y laicos, donde un solo hombre habla y los demás escuchan
pasivamente. Nuestras reuniones son inclusivas, es decir, aceptamos y acogemos
a todos los que creen en Cristo, el Dios-hombre que vivió, murió y resucitó por
nuestros pecados y por nuestra justificación ante Dios (Ro. 4:25). Y nuestras
reuniones se basan más en la función que en la forma, es decir, no conducimos
nuestras reuniones en conformidad con ritos y tradiciones, sino por el bien del
avance de la edificación de los santos y del Cuerpo de Cristo.
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