lunes, 6 de febrero de 2017
- 10:45
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Nosotros los
creyentes somos llamados cristianos porque somos hombres y mujeres de Cristo.
Cristo es la Persona maravillosa del universo, y nosotros gozosamente nos
llamamos por Su nombre. Cristo es eternamente Dios. En la eternidad pasada, antes
de la creación, El era Dios; ahora es Dios; y será Dios para siempre. Pero un
día se hizo hombre, que fue nuestro Señor Jesús. Por tanto, Cristo es tanto el
Dios completo como el hombre perfecto. El, sin abandonar Su divinidad, fue
concebido en el vientre de una virgen, nació como un niño, vivió una vida
humana en la tierra y pasó por una muerte todo-inclusiva y sustitutiva en la
cruz, logrando así la redención para nosotros. Pero El no se quedó en la
muerte. Después de tres días resucitó y llegó a ser el Espíritu vivificante (1
Co. 15:45). El poder de Su divinidad sorbió la muerte, y Su humanidad fue
elevada y glorificada. Ahora El es tanto nuestro Redentor como nuestra vida.
Ascendió a los cielos y está en la gloria; es totalmente Dios pero a la vez totalmente
hombre. Como tal, ahora Cristo es el Autor de nuestra salvación y el
Perfeccionador de nuestra fe (He. 2:10; 12:2). Está sentado en los cielos,
donde lleva a cabo Su ministerio celestial y la economía de Dios (Hch. 5:31;
He. 8:1-2). Esperamos con anhelo Su regreso inminente, cuando vendrá con el
reino de Dios y reinará sobre la tierra en el milenio (Ap. 1:7; 11:15; 20:6).
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