lunes, 6 de febrero de 2017
- 11:04
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Dios desea
edificar el Cuerpo de Cristo, y según las Escrituras, la edificación del Cuerpo
de Cristo es realizada prácticamente por el profetizar de los santos en las
reuniones de la iglesia. Pablo dice: “Pero el que profetiza habla a los hombres
para edificación, aliento y consolación ... el que profetiza, edifica a la
iglesia” (1Co. 14:3-4). La profecía de que se habla aquí, la profecía que
edifica a la iglesia, no significa predecir; más bien, significa proclamar.
Esto es también uno de los significados de la palabra en el griego antiguo que
Pablo usa. Profetizar de esta manera es hablar por Dios y proclamar
a Cristo para que los santos y las iglesias puedan ser edificados. Este es
un hablar divino del que sólo los creyentes pueden participar. El apóstol Pablo
nos exhorta: Todos los creyentes deben anhelar el profetizar (1Co. 14:1). Tal
profetizar consuma la edificación del Cuerpo de Cristo.
Para tener el
profetizar apropiado, son necesarias las reuniones grandes (1 Co. 14:23-25).
Estas pueden ser o reuniones de una iglesia local entera, si ésta es pequeña, o
la reunión de distrito de una iglesia más grande. En estas congregaciones de
unos cincuenta santos, todos pueden profetizar uno por uno, y todos pueden
aprender y ser animados (1 Co. 14:31). Finalmente, todo creyente debe ser
conducido a esta función de hablar por Dios y proclamar a Cristo para la
edificación del Cuerpo de Cristo.
Estos cuatro
asuntos son la comisión que Dios nos dio. Deseamos permanecer en esta comisión
hasta que el Señor regrese, y esperamos con anhelo ver la consumación de la
edificación del Cuerpo de Cristo, lo cual causará el regreso triunfal del
Señor. ¡Qué privilegio tenemos al laborar junto con Dios en esta empresa grande
y universal!
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